domingo, 27 de febrero de 2011

Cenicienta

Y de repente un día te levantas y todo da un giro de 180º y cuando te das cuenta estás en el extremo opuesto de la bola.
Una mañana aparentemente normal ocurrió. Conocí a Alexandre y desde ahí supe que todo iba a cambiar.
Un día al salir de trabajar me dijo como tantas veces lo había hecho de irnos a dar una vuelta. Acepté. Cogí el coche. Me estaba esperando en nuestro sitio secreto. Le seguí. Me llevó a un parque, precioso. Predominaba el verde en los árboles y colores cálidos en las flores. Había laguitos rodeados por árboles y caminitos de arena. Estuvimos hablando un buen rato sentados en un banco que tenía las mejores vistas  a una fuente super bonita, blanca, que emanaba agua de las bocas de los ángeles en lo más alto y tenía cinco pisos. Se oía el dulce susurrar del agua caer poco a poco, piso por piso, hasta el final. Sentí frío. Alexandre me  posó su chaqueta sobre mis hombros y abrió la puerta de su coche. Nos sentamos. Me miró a los ojos. Sonrió. Y sacó una rosa, azul con motitas violetas. Mis colores favoritos. Me sorprendió mucho ese detalle. Me miró de nuevo pero esta vez me hizo una pregunta. La que siempre había soñado que me hicieran pero nadie la hizo, hasta esa noche. Me quedé atónita, no sabía qué hacer ni qué decir, hasta que pude vocalizar.
-        ¿No es muy precipitado?
-        No –contestó-, en esta vida hay que arriesgarse. Si no arriesgas no ganas. Tengo la certeza de que esto va a funcionar.
Miré al cielo. Tenía razón. Había luna llena. Nada podría salir mal. Me decidí.
-        Bueno, vale, tienes razón –dije finalmente-.
Estaba temblando, ya no tenía frío, me sudaban las manos, estaba muy nerviosa. Sentí ardor en la cara, se me debían haber pintado de rojo mis mofletes.
Y de repente ocurrió, algo se accionó en ese momento. Poco a poco iba sintiendo más cerca su respiración, mi corazón latía a 1000 por hora, estaba preparada, mis ojos se fueron entornando poco a poco, sentí el suave roce de sus labios, por primera vez nos fundimos en un beso lleno de promesas en una noche mágica. La luna nos miraba. Se rompió el silencio, era él:
 ´  ¿Qué hora es?
 ´  No quiero mirar el reloj porque cuando lo mire te voy a decir que me tengo que ir y no quiero –contesté-.
Estaba en un sueño del que no quería despertar. Al rato nos despedimos, eran las doce. Llegué a mi casa, se había roto el hechizo. Puse el despertador, al día siguiente tenía clase a las nueve. No me creía lo que había pasado, ya empezaba a dudar si era producto de mi imaginación o había pasado realmente. Me tapé con las sábanas. Debía haber sido un sueño, sí, un sueño… Cerré los ojos. De pronto oí un ruido, mi móvil. Un mensaje nuevo en la bandeja de entrada. Abrir. Álex: “Te acabas de ir y ya te echo de menos, ya verás como va a funcionar. Te quiero princesa.”  Fechado el 14 de febrero de 2011.

2 comentarios:

  1. :) Me gusta! te sigo, pasate por el mío si quieres, un beso :D!

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  2. Esta muy lindo, Que pudiera ser verdad...............

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