domingo, 20 de febrero de 2011

lágrimas bajo la lluvia

Y de repente comprendió que todo había cambiado, ya no era igual, el tiempo había pasado por todos, sobre todo por él, y no lo comprendió hasta entonces. No sé si fue la distancia, quizás el orgullo o incluso el rencor, la cuestión es que no eran los mismos que disfrutaban en antaño tan solo con una sonrisa o se entendían a la perfección con una simple mirada de complicidad, los mismos que se besaban hasta enloquecer de amor. No eran los mismos en aquel día gris, no eran los mismos…
Eran simplemente dos desconocidos que compartieron una décima de segundo al mirarse y percatarse de la presencia del otro al cruzar una calle, que sería lo último que compartirían. Se saludaron a malas penas. Él, con su chupa de cuero negra y sus ray-ban tapando sus ojos negros hizo un leve movimiento de cabeza por educación. Ella, con su vestido nuevo rosa pastel y gloss en los labios sonrojó, no sabía qué hacer ni qué decir, tenía pensado el diálogo perfecto para alguna situación semejante a esa y sólo le salió de los labios un “hola” a malas penas y con voz vibrante. Él siguió su rumbo sin mirar atrás y mientras, ella, paralizada, rompió a llorar. Comenzó a llover. Las lágrimas se perdían entre la lluvia, que hacía que corrieran con más facilidad por sus mejillas,  como un manantial de agua pura, hasta romper en el suelo pareciendo que rebotaban porque querían volver a su cauce. Nadie dijo nada, El silencio y el orgullo se apoderó de ellos. Ahora sólo les queda el recuerdo de algo que pudo ser o convertirse en algo mágico. El pasado no puede volver atrás. Ahora todo ha cambiado…

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